domingo, 15 de mayo de 2011

El Descenso de Cristo a los Infiernos

Base Bíblica:

Porque también Cristo murió una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu  y en él fue a pregonar a los espíritus que estaban en la prisión,  incrédulos en otro tiempo, cuando en los días de Noé los esperaba la paciencia de Dios, mientras se fabricaba el arca, en la cual pocos, esto es, ocho personas, se salvaron por el agua. (1 P 3:18-20)
…por esto fue anunciado el Evangelio a los muertos, para que, condenados en carne según los hombres, vivan en el espíritu según Dios. (1 P 4:6).

Planteamiento del Problema
Un cierto número de textos del NT indican vagamente que Cristo, al parecer después de su muerte, descendió a las profundidades de la tierra (Rom 10,7; Ef 4,9), sacó de allí a los santos que habían muerto (Mt 27,52; Ef 4,8) Y triunfó sobre los poderes angélicos malvados (Flp 2,10; Col 2,15). Entre los apócrifos del siglo II d.C. la Ascensión de Isaías 9,16; 10,14; 11,23 presenta a Cristo despojando al ángel de la muerte antes de resucitar de entre los muertos y ascender a los cielos, después de lo cual los ángeles de Satán lo adoran. Las Odas de Salomón 17,9; 42,15 muestran a Cristo abriendo las puertas que estaban cerradas y a los difuntos corriendo hacia él. Melitón de Sardes (Sobre la Pascua 102) hace decir a Cristo: «Yo soy el que holló el infierno, ató al Fuerte, arranqué de su poder a las gentes y los llevé arriba, a los cielos». Más tarde, el Evangelio de Nicodemo, fuente de las leyendas del expolio del infierno, presenta un relato completo del descenso de Cristo a las profundidades para librar a los santos del AT. Entre los siglos IV y VI se fue haciendo camino un nuevo artículo en el credo apostólico: Descendió a los infiernos. 
 
El hecho de que durante el triduum mortis (tres días [o partes de ellos], desde el viernes en la noche hasta el domingo por la mañana, en los que el cuerpo de Cristo estuvo en la tumba) Cristo descendiera al lugar de los muertos está abierto a dos interpretaciones importantes imbricadas con la exégesis de los dos textos de de 1 de Pedro.

a) Por motivos salvíficos. Ésta es la más antigua interpretación, que data al menos de comienzos del siglo II. En el Evangelio de Pedro 10,41,  cuando Cristo está siendo sacado de la tumba por dos ángeles inmensos seguidos por la cruz, una voz del cielo pregunta «¿Has hecho ya la proclamación a los durmientes?». La cruz responde obediente: «Sí». El contexto sugiere que esa predicación fue beneficiosa, como afirma claramente Justino en su Diálogo 72, compuesto hacia el 160. Clemente de Alejandría (hacia el 200) ofrece la primera interpretación atestiguada de 1 P 3,19 en esa dirección, un punto de vista atractivo para Orígenes, que mantuvo que el infierno no era eterno. Una modificación de esta exégesis para evitar las implicaciones sobre el infierno sostiene que Cristo fue al limbo para anunciar a los santos fallecidos que el cielo estaba ya abierto para ellos y/o para ofrecer a los pecadores una segunda oportunidad si aceptaban la proclamación".

b) Con propósitos de condena. Si se interpreta 3,19 a la luz de 4,6 la proclamación a los espíritus en prisión es lo mismo que la evangelización a los difuntos y ha de tener la misma intención salvífica. Sin embargo, se ha defendido con energía que los dos textos no se refieren al mismo suceso.  1 P 4,6 no presenta a Cristo realizando esa proclamación, más bien se refiere a la predicación sobre Cristo, que es la proclamación del evangelio. Los cristianos que aceptaron el evangelio y han muerto en el entretanto están vivos a los ojos de Dios (como en 1Ts 4,13-18). 1 P 3,19, por otro lado, sí presenta al Cristo (resucitado) predicando, pero a los espíritus en la prisión, sin ninguna  mención de los muertos. En la antropología semítica el uso de «espíritus» (en cuanto distintos a «sombras») sería una manera poco común de referirse a los muertos; más normalmente ese vocablo se referiría a los ángeles. La alusión a la desobediencia en los día de Noé sugiere que éstos son los ángeles, o hijos de Dios, que hicieron el mal al tener relaciones con las mujeres terrestres según Gn 6,1-4, una maldad que condujo a Dios a enviar el gran diluvio, del que fue salvado Noé (6,5ss). En la mitología judía anterior al NT la historia de esos ángeles malvados fue elaborada ampliamente; por ejemplo, Dios cercó a esos espíritus y los encarceló en un gran pozo bajo la tierra hasta el día en el que sean juzgados (1 Hen 10,11-12; Jub 5,6). 1P 3,19 presenta a Cristo resucitado descendiendo allí para proclamar su victoria y aplastar a las fuerzas satánicas. La imagen es similar a la de Jn 16,11 en donde el retorno de Jesús a Dios señala la condena del Príncipe de este mundo, ya la de Ap 12,5-13, en donde tras nacer el mesías (por la resurrección) y ser llevado al cielo, el Diablo y sus ángeles son arrojados al abismo. A mi juicio, es ésta la explicación más plausible de 3,19.

c) Una tercera tesis, poco aceptada postula diciendo que Cristo en su pre-existencia, en la persona de Noé predicó  a sus contemporáneos vivos (San Agustín y algunos reformadores).


Bibliografía:
Teología del Nuevo Testamento, G. E. Ladd. Editorial Clie
Introducción al Nuevo Testamento II, Raymond E. Brown, Editorial Trotta.
Biblia Nacar-Colunga.

 

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