viernes, 8 de marzo de 2019


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Cristianismo SARCOFILICO versus
cristianismo SARCOFOBICO

 o, Evangelios Biográficos versus Evangelios Discursivos.


El «Seminario de Jesús», nacido en 1985, consiste en un grupo de investigadores que reunidos tienen la intención de examinar el NT y otros escritos cristianos, con el propósito de ver qué acuerdo hay de la autenticidad histórica de cada uno de los dichos de Jesús. Uno de sus integrantes es John Dominic Crossan; él es un teólogo americano irlandés quien desde el año 1969 realiza investigaciones sobre Jesús. Es codirector del «Jesus Seminar» y catedrático emérito de la Universidad DePaul (Chicago).

Para Crossan, el nacimiento del cristianismo es la interacción entre el Jesús histórico y sus primeros compañeros y la continuación de esta relación a pesar de su ejecución. En esta línea que va de Jesús a sus primeros seguidores, existiría un dualismo entre carne y espíritu derivado del generalizado platonismo de la cultura contemporánea a Pablo. Este dualismo de la carne por sobre el espíritu llevó a toda una gama de actitudes, una de ellas; el descuido del cuerpo. Ahora bien, para el doctor Crossan esta dicotomía no es nueva, y estaba presente ya en el judaísmo tradicional y el helenístico. Esta dicotomía recibe por un lado el nombre de SARCOFILIA, vocablo proveniente de la palabra carne (sarx) y amor (philia); a lo que nuestro autor también llama monismo del espíritu revestido de carne. Por otro lado, tenemos al dualismo de carne contra espíritu, llamado SARCOFOBIA (miedo a la carne). En base a estas definiciones, Crossan dice que nos enfrentamos con “una profunda brecha en la conciencia occidental, con la gran línea divisoria entre una sensibilidad sarcófilica y otra sarcófoba”, ¿porqué?

El punto de vista sarcofílico, es un punto de vista favorable para el cuerpo y se opone al punto de vista sarcófobico o monástico. Estas distinciones Crossan las usa para entablar su tesis de los orígenes del cristianismo, ya que la intrascendencia de la carne humana y la irrealidad de la carne divina planteaban a los primeros cristianos un problema serio y profundo con respecto a Jesús, ya que, si él era divino, el problema era como podía ser que fuera, al mismo tiempo humano. En este punto Crossan hace notar la diferencia entre una cristología de tipo encarnacional y otra de tipo docética que le atribuye a Cristo un cuerpo aparente. Pero, además esta disyunción entre estas dos realidades, basado en la humanidad de Jesús; específicamente en su “carne”, es la mejor explicación del choque entre los tipos de evangelio. “Explica cómo los evangelios biográficos, los evangelios programáticos del cristianismo sarcófilo, y los evangelios discursivos, los evangelios programáticos del cristianismo sarcófobo, se opusieron entre sí. También explica cómo los evangelios de dichos, que eran más primitivos y pudieron moverse en una u otra dirección, se vieron condenados por esa misma ambigüedad”. En otras palabras, esta distinción entre tipos de cristianismo hizo posible que unos evangelios fueran incorporados y otros no.

Cabe precisar que esta distinción de “evangelios”, es decir; evangelios discursivos y evangelios de dichos, son de importancia fundamental para Crossan, ya que son formas de contar la historia de Jesús. Crossan distingue entre 4 “tipos” de evangelios: a) evangelios de dichos, que contienen colecciones de palabras de Jesús, como por ejemplo la fuente Q y el evangelio de Tomás, b) evangelios biográficos, representado por los 4 evangelios canónicos, c) evangelios discursivos, que narran la historia de Jesús posterior a su resurrección, ejemplo sería el Apócrifo de Santiago, d) evangelios biográficos-discursivos, que son del tipo híbrido, como por ejemplo la Carta de los Apóstoles. En definitiva, “los evangelios biográficos insisten en la total historicidad encarnada de Jesús, mientras los evangelios discursivos consideran radicalmente equivocada esa insistencia”. O, como hemos dicho hasta este minuto, había una pugna entre un cristianismo del tipo sarcofílico y otro de tipo sarcófobico.

Para ir cerrando este breve comentario, Crossan nos dice que su preferencia está del lado del cristianismo sarcófilo, o sea; prefiere los Evangelios Biográficos por sobre los Evangelios Discursivos producidos por un cristianismo sarcófobo. Y lo admite “sin negar el estatus de cristianos a los cristianos sarcófobos, sin describirlos desfavorable o injustamente y sin pensar que la persecución es la mejor forma de persuasión”. En este punto, el especialista en cuestión subraya que en la teología cristiana ha triunfado, sin embargo; una sensibilidad sarcófoba por sobre la sensibilidad sarcófila. Sobre este último punto, la propuesta de Crossan es acentuar el hecho de que los Evangelios Canónicos o Biográficos se remontan al Jesús Histórico en su patria judía, hablando directamente a su situación y comunidad inmediatas, dándose entonces, de acuerdo a lo que nuestro autor dice; una dialéctica de entonces-y-ahora, de entonces-como-ahora, es decir; del Jesús histórico de entonces como Jesús resucitado de ahora. Esta dialéctica de entonces y ahora sigue manteniéndose, donde; los evangelios crearon una interacción entre el Jesús histórico y Jesús resucitado, y esa interacción debe ser repetida una y otra vez a lo largo de toda la historia cristiana. En definitiva, la propuesta de Crossan es que “el Jesús de entonces se transforma en el Jesús de ahora, cómo el Jesús histórico se transforma en Jesús resucitado y cómo, aunque se pueda tener historia sin fe, no se puede tener fe sin historia. En cada generación el Jesús histórico tiene que ser reconstruido de nuevo y esa reconstrucción tiene que transformarse por la fe en el rostro de Dios aquí y ahora”.

© Lic. Teol. César Moreno González
Fuente:
CROSSAN, John Dominic. El Nacimiento del Cristianismo. Editorial Sal Terrae. Santander 2002.

martes, 11 de septiembre de 2018

María Magdalena y Jesús ¿más que amigos?




El 21 de septiembre del año 521, Gregorio I ofreció misa en la Basílica de San Clemente de Roma. Fiel a su costumbre inició su homilía, pero en esta ocasión tomó el personaje de María Magdalena para ejemplificar el perdón y, en una profunda eiségesis, unió distintos pasajes y personas cambiando así la figura de una importante mujer en los evangelios, señala Gregorio I: «Ella, a quien Lucas llama mujer pecadora, a quien Juan llama María, creemos que es la María de la que fueron expulsados siete demonios, según nos cuenta Marcos. ¿Y qué significaban estos siete demonios sino los vicios?... está claro hermanos, que la mujer usó previamente el ungüento para perfumar su cuerpo en actos prohibidos. Eso que antes desplegaba de la manera más escandalosa es lo que ahora ofrece a Dios de la manera más admirable… Ella se había tenido para todo deleite, pero ahora se inmola a sí misma». Pero no fue Gregorio Magno el único responsable. Algunos autores la han asociado con una mujer mencionada en el segundo siglo en el Talmud y llamada “Miriam Megaddlela”, que significa María con el cabello trenzado. “En la comunidad judía ese título se adjudicaba a una mujer de mala reputación, una adúltera o una prostituta”.

Desde ahí en adelante la figura María Magdalena cambió radicalmente.

En el Nuevo Testamento, María Magdalena figura como una de las discípulas de Jesús, quizá una de las más fieles. Sobre ella, los textos bíblicos nos dicen: 
a)      Su procedencia: oriunda de Magdala o región de Magadán (Mt 15,39) situada al borde del lago de Galilea, al norte de Tiberias y al sur de Capernaum. 
b)      Que de ella habían salido 7 demonios (Lc 8,2).
c)      Que estaba íntimamente ligada al ministerio itinerante de Jesús y está presente en su muerte sepultura (Mc 15,40-41).  
d)      Es testigo del resucitado y es enviada a proclamar tal evento (Mc 16,1-8).


Ahora bien, en Marcos tenemos la escena de una mujer que llega a ungir el cuerpo de Jesús (14,3-9). El autor no nos da su nombre, el evangelio de Juan la identifica como María de Betania, la hermana de Lázaro. Pero Juan (12,1-8) sitúa la escena en casa de Lázaro, mientras que Marcos y Mateo (cf. Mt 26,6-13) en casa de Simón el Leproso. El relato de Juan se parece un poco al que hay en Lucas (7,36-38). En opinión del exégeta Raymond Brown, tenemos en los relatos dos episodios que en el tiempo se confundieron y mezclaron. En Juan hay una intención teológica, pero también; la “situación actual del relato de Lázaro es secundaria, por lo que sospechamos que la mención de Lázaro y Marta es un intento redaccional de unir los caps. 11 y 12 (R. Brown. El Evangelio según Juan, p. 781). Entonces, y en base a lo indicado; Marcos reproduciría de mejor forma la fuente común que hay entre ambos. A pesar de estas discrepancias, la escena tiene en Marcos características muy íntimas. Nótese que la traducción de la Biblia de Jerusalén, después de los celos manifestados dice en el 14,6: “Ha hecho una buena obra en mi” (la Biblia Textual dice: Buena obra ha hecho conmigo), la misma traducción se advierte en el Nuevo Testamento Interlineal de Elsa Tamez. En el texto griego dice: καλὸν ἔργον ἠργάσατο ἐν ἐμοί. De esta lectura, importante es el vocablo καλὸν que se traduce por “bueno” pero que tiene un sentido más profundo, en efecto; para los griegos había dos términos que siempre se daban unidos: καλὸν y ἀγαθός. El último tiene que ver con el bien en sentido moral; y puede ser traducido como “bueno”, mientras que el primero alude más a la belleza; se refiere “a lo en sí mismo valioso”. En función de esto, podemos decir que la obra hecha por la ignota es valiosa en sí misma para Jesús. La traducción de la NVI dice: “Ella ha hecho una obra hermosa conmigo”, esta traducción se apegaría más al sentido del acto, ya que “una obra de amor no es simplemente buena sino hermosa, y de eso se trata el amor” (R. Dri). Esta mujer compra un perfume “muy costoso” (BTX), invierte para alguien que es “valioso” para ella, ¿es su amado? Las palabras de Jesús reflejan un tono emotivo, que induce a reflexionar sobre cómo percibe este colectivo la relación de la mujer con Jesús, en contraste con la relación que establecen ellos.

A pesar de no tener un nombre para esta mujer que invierte una buena suma en un perfume de nardo; lo mejor no para un hombre cualquiera; podemos decir que ella siente “algo más por él”.  A pesar de que por algunos textos gnósticos de Nag Hamadí se sugiera una relación entre María Magdalena y Jesús, el matrimonio físico para ellos es obra de los espíritus impuros y sólo tiene el deseo de que siga subsistiendo el mundo, la materia, lo cual no es deseable (Biblioteca de Nag Hammadi, II 36). Entonces, ¿podemos identificar a esta mujer con María Magdalena? En base a estos relatos gnósticos no. Según A. Piñero, “cualquiera que vea en estos textos gnósticos una alusión a lo que se denomina técnicamente hierós gamos, "matrimonio sagrado" está viendo demasiado”. Sin embargo, y en contra del erudito profesor, no se está viendo un “matrimonio sagrado” sino una relación estrecha y carnal entre un hombre y una mujer. Es muy probable que entre Jesús y María hubiese algo mas que un discipulado. En la escena de resurrección de Jn 20,11-18, hay elementos significativos: La Magdalena busca desconsoladamente el cuerpo de Jesús ¿por qué? ¿hay aquí una muestra de amor ardiente? Por otro lado, después de ser nombrada y reconocer a su maestro, se abalanza sobre él. Jesús le dice: “Deja de tocarme” (BJ), “no me retengas” (BTX) (μή μου ἅπτου). Aquí es significativo el vocablo ἅπτου que está en imperativo y que es un hápax legomena, Zerwick & Grosvenor nos dicen que significa agarrar, tocar algo, y en sentido durativo agarrarse bien (Análisis Gramatical del Griego del NT, p. 408). Pero también es el mismo vocablo que se usa para abrazar, ¿es el abrazo de dos amantes? Ella abrazaba a su maestro, las palabras de Jesús no son de recriminación, sino de reconocimiento y de comisión. Cosas importantes que destacar son que ella siempre figura primero en las listas de Marcos (15,40; 47; 16,1), signo claro de su importancia, ella está presente en el momento más oscuro de Jesús; por lo general, en todo momento triste, siempre la familia o lo más íntimos están ahí. A ella se le aparece primero Jesús, lo que la convierte en Apóstol de Apóstoles, la persona que Jesús escoge para llevar el mensaje de su regreso a la vida.

María Magdalena es ejemplo de servicio. Su puesto está por encima del círculo más cercano de Jesús. Si era esposa de él, el Nuevo Testamento no lo dice, así como tampoco menciona la esposa de Pedro. Si tenemos en cuenta el contexto patriarcal en que se desarrollaron los escritos del Nuevo Testamento, es obvio ese silencio. Pero los textos indican que posiblemente Jesús y María de Magdala eran más que amigos.