Paul Tillich es definido en el
pensamiento contemporáneo como un filósofo y como teólogo al mismo tiempo. Su
vida y obra se desarrolló entre dos períodos históricos marcadamente opuestos
(finales del siglo XIX y comienzos del XX); entre dos ámbitos sociales y
culturales distintos: por una parte, su formación inicial en Alemania y, luego,
al estallar la Segunda Guerra Mundial, emigró a América, donde su pensamiento
filosófico y teológico adquirió forma definitiva.
Oriundo de la ciudad de
Starzeddel, Brandenburgo, Alemania, nació el 20 de agosto de 1886 en el seno de
una familia piadosa; su padre era pastor luterano, mientras que su madre era
una vital, pero inflexible calvinista ama de casa. Paul, tenía además otras dos
hermanas. Su madre murió cuando Tillich tenía diecisiete años. A pesar de esta
repentina muerte, se puede decir que Tillich creció bajo la fuerte influencia
reflexiva de su padre, así como de la vitalidad práctica de su madre.
Tillich estudió teología en las universidades de Berlín, Tubinga, Halle
y Breslau. Se doctoró en filosofía con una tesis sobre la filosofía de la
religión en Schelling, y su trabajo de licenciatura en teología también versó
sobre el mismo autor, pero esta vez el tema era la mística y la conciencia de
culpa. Ambos fueron presentados en Breslau. Su trabajo de habilitación
teológica, no obstante, lo redactó sobre el concepto “sobrenatural” en la
teología anterior a Schleiermacher y lo defendió en Berlín. En Marburgo, donde
fue profesor de teología, tuvo como colegas a figuras como Rudolf Otto, Rudolf
Bultmann y Martín Heidegger.
En 1872 Tillich fue ordenado ministro de la Iglesia Evangélica Luterana
sirviendo como capellán en el ejercito alemán durante la I Guerra Mundial, y es
durante esta gran guerra, específicamente en la batalla de Champagne en 1915
donde el pensamiento de nuestro teólogo adquiere una configuración especial,
señala: "esa noche, gran parte de mi filosofía alemana clásica se
hizo pedazos. La convicción de que el hombre fuera capaz de empadronarse
de la esencia de su ser, la doctrina de la identidad de la esencia y la
existencia…, esa noche, leyendo el libro de Nietzche Así habló Zaratustra me
hice existencialista".
Pensamiento y método
En definitiva, su permanente atención a la situación
anímica, intelectual y espiritual, pero también política, económica y social
del mundo occidental del siglo XX lo ha dotado de una sensibilidad
especialmente fina para captar el perfil antropológico del hombre moderno.
Donde su grandeza radica “en su
exploración de los límites entre la metafísica y la teología. La difícil tarea
de «caminar por la cuerda floja» no se negocia sin el peligro de perder el
equilibrio y caer de un lado o del otro”[7].
Paul
Tillich, conocedor del protestantismo en todas sus etapas, adopta una postura
personal, sin que pueda ser adscrito con precisión a escuela alguna. Cabe definir
su postura diciendo que intenta abrir una vía que medie entre la teología
liberal y la teología dialéctica. Tillich pertenece en efecto a esa generación
de teólogos protestantes, que procediendo de la teología liberal, advierten que
esa empresa teológica se cierra en una
bancarrota, y reaccionan intentando buscar un nuevo camino. Ciertamente su reacción
frente a la teología liberal es mucho menos radical que la de Barth; más aún,
propiamente hablando, Tillich reacciona sólo frente a los teólogos liberales
que inciden en un humanitarismo ético, mientras que, por el contrario es –y lo
proclama abiertamente– continuador de las tendencias de tipo místico-vitalista
presentes en Schleiermacher y en Ritschl. En cualquier caso, un punto comparte
con Barth: la preocupación por evitar que el cristianismo se disuelva en la
experiencia genérica de la religiosidad.
Ahora
bien, la teología como sistema, en opinión de Tillich debería satisfacer dos
necesidades fundamentales; por un lado debe satisfacer la afirmación de la
verdad del mensaje cristiano, y por otro lado, desde una perspectiva
hermenéutica; interpretar esta verdad para cada nueva generación. En función de
esto, “la teología oscila entre dos
polos: la verdad eterna de su fundamento y la situación temporal en la que esa verdad
eterna debe ser recibida”[1]. De esta forma, según Tillich la
teología, como exposición metódica de los contenidos de la fe cristiana, debe
ser fiel, por un lado, al mensaje que intenta formular y, por el otro, a la
situación histórica en la que se encuentra. La situación, es la interpretación
creadora de la existencia; donde, la participación en tal situación, implica
que la teología debe participar en todas las formas culturales que expresan la interpretación
de la existencia por parte del hombre moderno. En base a esto se puede decir
que él percibe que el problema teológico
y cultural era el de sanar la discordia entre religión y cultura secular. La
religión es para nuestro experto: «la sustancia, el fundamento y la profundidad
de la vida espiritual del hombre»; por tanto, no se pueden separar el ámbito
religioso y el secular, porque la religión no es un ámbito, un distrito particular,
sino la dimensión de la profundidad: “Y
es desde ahí desde donde puede dar sustancia, significado último, juicio y
coraje creador a todas las funciones del espíritu humano”[2]. Por lo tanto, la riqueza de los
símbolos del cristianismo sólo sería recibida como tal si la forma de
presentarlos al hombre de hoy se adecua al horizonte de significación en el que
éste se encuentra ubicado. De otra manera la comunicación será inútil. De ahí
que la labor del teólogo consista en establecer una mediación entre el contenido
del mensaje cristiano y la forma en la cual el contexto histórico coetáneo al
hombre en cuestión pueda acoger dicho mensaje. Mensaje y situación; contenido y
forma. La teología o es significativa o no es.
Tillich
desarrolla además una teología filosófica, con clara tendencia existencialista,
señala:
…“la confrontación del análisis existencial
con el símbolo en el cual ha expresado el cristianismo su preocupación última
es el método adecuado, tanto para el mensaje de Jesús corno el Cristo cuanto
para la condición humana según es redescubierta en la cultura contemporánea”[3].
Filosofía
y teología son una respuesta, ya que ambas se ocupan de la cuestión del «ser»
de distintas perspectivas, donde la filosofía se ocupa de la estructura del «ser
en sí mismo» y la teología de lo que significa el «ser para nosotros», a partir
de esta diferencia se dan tendencias
convergentes y divergentes. «Convergentes en que ambas son existenciales y
divergentes, por cuanto la filosofía es básicamente teórica y la teología
fundamentalmente existencial». En resumen, Tillich es «existencialista», pero
también «esencialista». Ambas –señala– son formas de ver al hombre, pero el…
…“esencialismo
desarrolla la doctrina del hombre en términos de su naturaleza esencial dentro de
la totalidad del universo…, la otra forma ve al hombre en su predicamento en el
tiempo y el espacio y percibe el conflicto entre lo que existe en el tiempo y
el espacio y lo dado esencialmente”[4].
Tillich
concibe la filosofía existencialista como una rebelión contra el predominio del
elemento esencialista. Pero en su opinión, existencialismo y esencialismo van
juntos, ya que un existencialismo puro es imposible. Ahora bien este enfoque
doble entre su sistema filosófico y su sistema teológico, le permite establecer
su método de correlación.
En
opinión de Tillich, el método de correlación es un método aplicable a la
teología sistemática, que “explica los
contenidos de la fe cristiana a través de la mutua interdependencia de las
cuestiones existenciales y de las respuestas teológicas”[5], o sea es un método filosófico-teológico.
En opinión de algunos especialistas, este método media…
…“entre los errores del
liberalismo protestante del siglo XIX, que supone la continuidad directa entre
la antropología y la teología, y los errores de la teología neo-ortodoxa de
Karl Barth, que afirmaba una discontinuidad absoluta entre la Palabra de Dios
dirigida a la humanidad en Jesucristo y la palabra humana sobre Dios”[6].
La
preocupación de Tillich por ser fiel a las exigencias del mensaje y a las de la
situación da origen a un tipo particular de teología. Esta no será del tipo
kerigmático, ni fundamentalista u ortodoxa, ya que para él, esos tipos de
teología insisten en el carácter inmutable del mensaje (kerigma) a expensas de
los cambios de situación del mundo en que se encuentra el hombre. Por lo tanto,
su teología será «apologética», ya que intentará responder a la cuestión
implícita en la situación dada, porque la «teología apologética» es una
teología de respuestas. Responde a las cuestiones implicadas en una situación
determinada con el poder del mensaje eterno.
[1]
Paul Tillich. Teología Sistemática I,
p. 15.
[2]
Paul Tillich. Teología de la cultura y
otros ensayos, p. 18.
[3]
Ídem, p. 51.
[4]
Tillich. Pensamiento cristiano…, p.
563.
[5] Tillich. Teología… I, p. 86.
[6] D. Lyle Dabney. Paul Tillich. In, Biographical dictionary of christian
theologians. Patrick W. Carey &Joseph T. Lienhard (Eds.).
[7] Reinhold Niebuhr. Biblical Thought and Ontological Speculation
in Tillich's Theology, pp. 226-227. In, The
theology of Paul Tillich. Charles Kegley & Robert Bretall (eds.).
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