En el Antiguo Testamento es descrita una historia de Dios con los patriarcas. Cuando se hacían afirmaciones sobre los patriarcas y se narraba lo que ellos habían experimentado, se hacía referencia a Yahveh, que había hablado y tratado con ellos. Sin embargo; este es un anacronismo desde el punto de vista histórico, “pues los antepasados premosaicos de Israel, no conocían todavía la religión yahvista; incluso el tardío documento sacerdotal sabe que la revelación del nombre de Yahvéh en el período mosaico, significó un corte profundo con el pasado y el comienzo de una era nueva (Ex 6, 2 s.). Los antepasados de Israel anteriores a Moisés se hallaban ligados a otras formas cultuales; adoraban al «dios de los padres»; aun así, este culto tan antiguo tenía cierto parentesco con la religión yahvista posterior”[1]. Así, “el problema, apuntado en Jos. 24, 2 y en Ex. 3, 13, de estos grupos de patriarcas no creyentes todavía, o al menos no desde un principio en Yahvé, queda confirmado por el hecho de que en los relatos que nos ocupan los nombres y denominaciones de Dios varían, apuntando a ámbitos no yahvistas”[2].
De acuerdo a los relatos patriarcales, se habla por ejemplo del escudo de Abraham; que es considerado más un apelativo, sin que sea considerado como un nombre, terror de Isaac (pajad yisjaq) (Gén 31, 42, 53b), fuerte de Jacob ('abîr ya'aqob) (Gén 49, 24) y también roca de Israel (Gén 49, 24). Posiblemente se trate sólo de denominaciones funcionales que caracterizan a la divinidad correspondiente según sus relaciones con el clan, pero que no son nombres de Dios. Además, de las denominaciones el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de Israel, El Shadday, El Olam, El Elyom y El Roy. “Esto significa, según el claro testimonio bíblico, que los patriarcas no veneraban a Yahveh. Si el yahvista pone el comienzo de la adoración a Yahveh ya en la época de los primeros padres (Gén 4, 2), lo hace así de acuerdo con su intención teológica de destacar al Dios de Israel como Señor del mundo”[3].
Por lo anteriormente señalado, los grupos de los Patriarcas aparecen relacionados con distintas formas de mencionarse el dios 'El, y estas denominaciones de 'El, que coexisten con otras, parecen estar vinculadas a determinados santuarios canaanitas. De hecho, en relación a Jacob y en el santuario de Betel, se habla de un 'el bêt-'el (Gn. 28, 16-19, 31, 13, 35, 7, cf. Jer. 48, 13). El lugar sagrado central de Siquem influye tanto en los relatos sobre Abrahán como en los relatos sobre Jacob (Gén 12, 6; 35, 4); sin embargo, la tradición sobre Abrahán parece estar concentrada en torno a Hebrón y al santuario de Mambré (Gén. 18.23), junto a Jaboc (Gén 32, 23-33). Cada uno de estos relatos en que figuran lugares sagrados se distingue por el hecho de que el respectivo patriarca tiene una aparición de Dios, o dicho con más precisión, por el hecho de que se le hace perceptible la fuerza fulminante de un Dios, que en el mismo lugar domina a otros seres de carácter numinoso, evidentemente más primitivos.
Finalmente, ya en un estadio posterior, cuando los adoradores de los dioses de los patriarcas entraron en contacto con Yahvé, éste pudo acoger en sí mismo a los dioses patriarcales, de tal manera que pudieron figurar como legítimo elemento constitutivo de la fe en Yahvé.
- Características del Dios de los Patriarcas
Se observa que este era un: a) un Dios personal. Es decisivo, primero, que la característica más importante de "Dios de..." es su vinculación a las personas. El "Dios de..." no está vinculado a lugar alguno de la naturaleza o de la política, a árboles, piedras o templo. Su identidad reside en su relacionamiento directo e inmediato con personas, b) Los atributos del "Dios de..." en segundo lugar, también nos presenta la divinidad en su dinámica. El "Temor de Isaac" y el "Fuerte de Jacob" califican a este Dios de los padres con categorías de acción e intervención, no de estática y de distancia, c) la religión patriarcal trata de una religión familiar de gente semi-nómada. Esto no se puede deducir de los nombres y títulos de Dios, pero sí de las narraciones como un todo. Se habla de Dios en relación a las realidades familiares y de grupos. No se habla de Dios en relación a las necesidades del Estado o de la tribu. Por lo que este es siempre un Dios familiar, d) Un Dios peregrino. Simultáneamente, el Dios de los padres está correlacionado al grupo migrante de pastores semi-nómadas. Dios es quien protege, para que las personas sedientas encuentren agua (Gn. 16; 21,8ss), para que los hambrientos encuentren pan (Gn. 26; 37ss). Dios bendice para que el rebaño se reproduzca (Gn. 29-33, cf 12,5.16; 13,2). Es Dios quien protege en el camino (Gn. 26,3.24; 28,15; 46,3), esto es, él acompaña al grupo, e) Un Dios de la promesa. La promesa de pastoreo fue reinterpretada y sustituida por promesas de tierra cultivable y gran descendencia (Gn. 12,1-3,7; 15). No obstante, estas promesas, que constituyen el centro de Gen 12-50 en su formulación actual, son posteriores y fueron formuladas con la visión de gente sedentaria, y bajo la experiencia del Estado.
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