miércoles, 17 de agosto de 2011

Protestantismo en América Latina en el Siglo XIX

“La conquista y la reforma son dos acontecimientos paralelos. Cuando Lutero se presenta frente al joven emperador Carlos V en la Dieta de Worms (28 de enero de 1521) y mantiene su doctrina con la famosa respuesta «no puedo de otra manera», Faltan tres años para que los doce apóstoles de Nueva España desembarquen en San Juan de Ulua (1524). La conquista tendrá consecuencias directas sobre la Reforma. Permitirá al emperador financiar las costosas guerras europeas con la plata y el oro de las Indias, frenar la expansión de la Reforma y limitar el poder político de los príncipes protestantes. Sin embargo, las potencias protestantes europeas no van a tardar en extender el campo de batalla hasta los mares perdidos del sur y las Antillas. Corsarios y piratas, desde la primera mitad del siglo XVI, van a incursionar sobre las costas del nuevo continente, trayendo libros «heréticos» y amenazando establecer colonias”[1].
“La historia nos confirma que el protestantismo en América Latina, tiene su aparición a finales del siglo XVI. Pero sin resultados satisfactorios. El arribo definitivo de los protestantes al continente coincide con los movimientos de independencia en diferentes partes de la región. Nada podría ser más simbólico, ya que, de acuerdo a las condiciones religiosas observadas antes, los habitantes de América Latina vivían en una árida sequía de la Palabra de Dios y de su gracia redentora. Por supuesto, no se implica con ello que los protestantes han hecho todo bien y sin errores. Sin embargo, hay que reconocer que antes de la llegada de los evangélicos al territorio latinoamericano, la Biblia era un libro lejano para sus pobladores, Cristo era un explotador más y la gracia de Dios se reducía a una serie de ritos y sacramentos sin mayor impacto para la vida diaria”[2].

a)            Factores que hicieron posible la reaparición del protestantismo[3]

-          Factores políticos y económicos

El nuevo reordenamiento político y económico de occidente y, en consecuencia, el nuevo tipo de relaciones mantenidas entre los nuevos estados latinoamericanos y los países  centrales desde comienzos del siglo XIX, afectaron el monopolio religioso católico. La relación de las nuevas naciones latinoamericanas con países de tradición protestante, en materia de comercio y diplomacia, navegación e inmigración, obligó a una apertura que permitió el establecimiento de iglesias, capellanías o centros de culto, que ejercieron una notable influencia en la sociedad de su tiempo.
La contribución de la independencia a la reaparición del protestantismo en América Latina fue más indirecta que directa. Bajo el monopolio español estaba vedado todo contacto con otros países excepto España. Con la independencia estas restricciones desaparecieron y las nuevas repúblicas quedaron expuestas a todas las corrientes de la vida moderna. Muchos tratados de amistad y comercio con países protestantes incluían cláusulas que demandaban libertad de culto y tolerancia religiosa para los ciudadanos de los países contratantes. Más tarde, esta tolerancia (tácita o explícita) habría de aparecer en las constituciones de algunas repúblicas latinoamericanas.

-          Factores sociales y demográficos

Los líderes latinoamericanos veían que los países protestantes eran los más progresistas y adelantados de la época (Gran Bretaña, Alemania, Holanda, Suiza, los países escandinavos y los Estados Unidos). Los nuevos países querían entrar en la corriente de progreso y prosperidad de las naciones dominantes. En muchas repúblicas surgió la idea de que una manera de elevar su nivel cultural y económico era fomentar la inmigración de gente de estos países.  Además, los nuevos países latinoamericanos necesitaban completar la ocupación de extensos territorios, civilizar pueblos indígenas y realizar la colonización de la tierra heredada de España, que redundará en un mejor aprovechamiento de la misma en beneficio de sus economías. La escasa población del siglo XIX alentó la empresa inmigratoria. De este modo, los nuevos países abrieron sus puertas a considerables contingentes inmigratorios europeos, muchos de los cuales eran de tradición protestante.
La presencia de colonos protestantes, con sus familias y tradiciones religiosas, obligó a una mayor tolerancia. Muchos gobiernos prefirieron traer a sus países inmigrantes protestantes, famosos por su laboriosidad, vida ordenada, disciplina y responsabilidad. Para atraerlos, tomaron las medidas necesarias a fin de que pudieran ejercer libremente su culto como en sus tierras de origen.

-          Factores ideológicos y culturales

La revolución filosófica (racionalismo), política (Revolución Francesa) y económica (Revolución Industrial) del siglo XVIII, con su énfasis sobre la secularización de la sociedad, la autonomía del individuo y la libertad e igualdad de los hombres abrieron nuevas oportunidades para los protestantes en América Latina. La revolución filosófica, con su énfasis sobre los derechos del hombre, ofreció la oportunidad de demandar una mayor tolerancia religiosa, que permitió el establecimiento de colonos protestantes en América, sin temor alas persecuciones. Muchos pensadores políticos y personalidades latinoamericanas, admiradores de los nuevos principios, vieron al protestantismo, no como una amenaza para su estilo de vida tradicional, sino como una contribución valiosa para la modelación de las nuevas nacionalidades que estaban surgiendo.
Si bien para los liberales el protestantismo era sinónimo de progreso, no se comprometieron totalmente con él. La libertad de cultos encontró su lugar en las legislaciones liberales de la época, pero estuvo generalmente limitada a grupos foráneos a la identidad hispana (europeos, norteamericanos, negros o indígenas).
Además, muchos gobiernos latinoamericanos, en los primeros años de la vida nacional, apelaron acientíficos, técnicos, educadores y militares extranjeros para que les ayudaran en la creación de las nuevas repúblicas, y muchos de ellos fueron protestantes.  Al entrar en contacto con el resto del mundo, los líderes de las nuevas naciones tomaron consciencia del atraso cultural de sus países. Hacía falta lanzar programas de educación elemental para todo el pueblo. Para ello se pensó en la posibilidad de aprovechar la experiencia educativa de los países protestantes. Esto permitió alo largo de todo el siglo XIX el ingreso a América Latina de docentes protestantes, que sembraron el continente de escuelas y también de testimonio evangélico.

-          Factores espirituales y religiosos

Durante este período se produjo una cierta desacralización de la vida religiosa tradicional católica. El avance del liberalismo había desembocado en una lucha para limitar el papel de la Iglesia en la vida latinoamericana. Este proceso se verificó por la actuación deficiente de la pastoral católica, determinada por las condiciones impuestas por el patronato, por el regalismo y por la decadencia misma de la obra misionera de las órdenes religiosas. Además, la presencia de una viva revolución laica, que de alguna manera se expresó de forma independiente respecto de la autoridad eclesiástica, debilitó la hegemonía religiosa católica. Frustrados por la religión tradicional, muchos se vieron atraídos a la fe protestante.

b)            Colportores

Los colportores  fueron vendedores ambulantes empleados por una sociedad bíblica para ofrecer ejemplares de las Sagradas Escrituras al mayor público posible. Aparte del lugar primordial de la Biblia, mostraron un gran interés por la educación del pueblo. “Esta fue la época cuando la teología evangélica latinoamericana se caracterizó por ser una teología alternativa. De manera clara y específica tanto los inmigrantes como los colportores y primeros protestantes nacionales se constituyeron en opciones distintas frente a la teología imperante en la región hasta ese entonces”[4].

-          Diego Thompson

Uno de los más destacados colportores fue Diego Thompson, “En 1817, dirigió su atención a los países suramericanos”[5]. En 1818 fue enviado por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera como su representante en Argentina, Uruguay, Chile[6], Perú, Ecuador, México, Colombia, Venezuela, las Islas del Caribe, Cuba, entre otros. Sobre su venida a América del Sur, Thompson escribió las siguientes líneas: «El único objeto que tengo en América del Sur es promover el reino de Nuestro Señor Jesucristo... Las dos cosas a las cuales he dado mi atención en este viaje son la educación de la juventud y la circulación de las Sagradas Escrituras».
En 1818 Diego Thompson llegó a Buenos Aires, con el deseo de promocionar las Sagradas Escrituras y la implantación de un sistema de educación popular. Para él un sistema de educación centrado en la Biblia era la pieza clave para el avance de cualquier pueblo. “Presentó sus ideas a las autoridades inglesas para instaurar un sistema de educación eficaz: «Establecer escuelas con un plan de enseñanza basado en el uso del idioma materno». Instó al Secretario de Estado a que no sólo proveyera educación para el pueblo maya, sino que les asegurara justicia.”[7]. El sistema usado por Thompson era el Lancasteriano. Consistía principalmente en enseñar las primeras letras con un sistema de Monitores y utilizando como texto de lectura el Nuevo Testamento y que los alumnos mas sobresalientes guiaban a sus compañeros en los estudios, creándose entre los alumnos una benéfica competencia y multiplicándose, al mismo tiempo, la labor del profesor. De este modo un solo maestro podía tener gran número de alumnos.

-          Andrés Murray Milne

Andrés Murray Milne fue un presbiteriano escocés que en 1862 llegó a Buenos Aires. A partir de 1864 comenzó a realizar un trabajo de colportaje muy efectivo como agente de la Sociedad Bíblica Americana para el Río de la Plata. En 1868 Andrés Murray Milne fue trasladado a Montevideo, quedando al frente de la Sociedad Bíblica Americana en la cual se desempeñaba desde 1864. Una vez establecido, inició reuniones de predicación y escuela dominical. “Al aceptar el nombramiento el joven escocés hizo  tres resoluciones: circular las Escrituras por toda América Latina, proveer Biblias en las lenguas indígenas, y distribuir un millón de ejemplares del texto sagrado”[8].

-          Francisco G. Penzotti

Junto con Milne, trabajó por todo el continente distribuyendo las Escrituras. Penzotti fue enviado al Perú para hacer circular la Biblia, pero decidió que era necesario celebrar servicios, como el que había dado lugar a su propia conversión. Puesto que estaba prohibido celebrar cultos públicos, antes del servicio les daba boletos a los que mostraban interés en asistir, y de ese modo, al menos legalmente, el culto no era público. Penzotti desarrolló un sistema de adoctrinamiento básico para sus fieles, comenzando con estudios bíblicos preliminares y luego los enviaba de dos en dos a predicar el evangelio a las calles y casas. Se preocupa de la evangelización de los peruanos como tales, en su contexto y en su cultura, a diferencia de los protestantes ingleses que llegaron a Perú que predicaban en su idioma y se relacionaban solo con la colonia británica. “Penzotti es considerado como un latinoamericano más que participó en el acto fundacional de la iglesia metodista, orientando las tareas del colportaje a la predicación masiva, sentando así las bases de la Iglesia Metodista en el Perú, no sólo con los recursos humanos que se encontraban entre extranjeros, sino que incorpora a los propios peruanos”[9]. En 1889, “fundó la primera iglesia metodista en el Perú, siendo a su vez la primera iglesia evangélica de habla hispana en el país”[10].

c)            Primeras Congregaciones Protestantes

La teología protestante latinoamericana se presenta a la investigación como un fenómeno plural y complejo, atomizado actualmente en centenares de grupos distintos. Fuera del común denominador teológico que reduce el corpus de texto normativo únicamente a la Biblia, manifiestan una gran diversidad en su organización y en el acento que ponen en tal cual elemento doctrina. Los países que recibieron los mayores contingentes de inmigrantes en toda América Latina fueron Brasil y Argentina. Entre los inmigrantes protestantes que arribaron, los más numerosos fueron los anglicanos ingleses y los luteranos alemanes.

-          Anglicanos

A comienzos del siglo XIX, se organizó en Brasil una congregación anglicana para los miembros de la colectividad anglosajona que vivían en ese país. Gracias al tratado anglo-portugués de 1810. Las actividades misioneras estaban prohibidas en relación con la población local. El primer capellán británico, el pastor Grane, llegó a Río en 1816 para servir a una pequeña congregación de residentes ingleses. Esta fue la primera comunidad protestante de América Latina en el siglo XIX. La construcción del templo anglicano en Río de Janeiro comenzó en 1819, y fue el primer lugar de culto no católico que se construyó en el continente.
“En Nicaragua Inglaterra tuvo la Colonia Miskitia entre los años 1740 a 1894. Se dice que los miskitos fueron evangelizados principalmente por la Iglesia de Inglaterra a través de las sociedades misioneras, como la Sociedad para la Propagación del Evangelio aunque no con mucho éxito pues Inglaterra tuvo dificultades en comprender la cultura de este grupo étnico”[11].
“La presencia anglicana en Chile se remonta a los años 1830, con la llegada del capitán inglés Allen Gardiner, quien tenía la visión de evangelizar a los indígenas en el sur. También por esa época, las pequeñas pero influyentes comunidades británicas obtienen permisos oficiales para celebrar discretos cultos en los consulados y en los buques ingleses. La primera iglesia construida es la de St. Paul’s en Valparaíso, que inauguró sus servicios en 1869”[12]. “Entre los misioneros que se destacan se menciona a Sadleir quien hace misión en la Araucanía y se le recuerda por su trabajo a favor de los indígenas en pro de sus reclamos de tierra y sus traducciones de la Biblia. También juega un papel importantísimo el laico Santiago Humberstone, quien celebraba los oficios para la pequeña comunidad anglicana, en la que se distinguía por sus dotes de predicador. Es recordado por la sociedad chilena por sus grandes contribuciones como ingeniero químico que hizo a la industria del salitre. A este señor se le nombra como «el servidor de Chile»”[13].
La teología anglicana esta basada en los 39 Artículos de Religión, que expresan la doctrina oficial de la Iglesia, tomaron, para todo efecto práctico, su forma actual en el año 1571 en Inglaterra. Fueron la obra de un movimiento teológico que abrazó el enfoque bíblico de la reforma y quiso excluir enseñanzas incompatibles con la revelación bíblica provenientes tanto de la iglesia medieval como de algunas tendencias radicales de la reforma. En cuanto a la evangelización de las zonas no cristianas, las sociedades misioneras dedicadas a la propagación del cristianismo  tenían objetivos y tendencias teológicas diferentes a las de la Iglesia oficial, por cuanto su ambición consistía en la creación de parroquias con un pastorado y una feligresía, y fondos independientes de la Iglesia de Inglaterra

-          Presbiterianos

La Iglesia Presbiteriana fue la primera iglesia cristiana no católica que llegó a Colombia, en una época en que la Iglesia Católica perseguía a las comunidades protestantes. Esta misión se inició por medio de una carta que el coronel James Fraser escribió a la iglesia escocesa, en la cual solicitaba el envió de misioneros a Colombia. El pastor Henry B. Pratt, llegó a Cartagena el 17 de Marzo de 1856 y a Bogotá el 20 de Junio de 1856, organizando en esta última la primera Iglesia Presbiteriana en Colombia en 1861. Una de las primeras acciones que desarrollaron las misiones Presbiterianas fueron las educativas, enfocándose en la educación de los hijos de los extranjeros residentes, pero también en la educación de los hijos de los liberales. El esfuerzo educativo de esta iglesia también cobijó a otros grupos sociales, entre ellos a artesanos y obreros.
En Chile, David Trumbull “arribó como misionero a mediados de la década de 1840. Su misión pastoral era la de atender a las tripulaciones de los barcos de habla inglesa en el puerto de Valparaíso, así como a la comunidad inglesa asentada allí. En aquél entonces, Valparaíso era el puerto más importante en toda la costa pacífica de América del Sur. Eventualmente Trumbull construyó un hogar del marinero y una capilla en tierra firme. Organizó la Union Church en 1847, de corte reformado y separada de la iglesia anglicana”[14]. Trumbull dirigía una misión multifacética: era internacional, de ingleses y norteamericanos, con extensiones misioneras hacia el pueblo chileno, y hacia las comunidades anglohablantes de los otros puertos de la costa. Su obra incluía escuelas de párvulos, de donde surgió un orfanato. Esta fue “la primera iglesia protestante de habla española que hubo en Chile, con cuatro miembros chilenos, iglesia que después se unió a la presbiteriana”[15]. El periódico The Record sería una de sus mejores herramientas para integrar la red comunicativa que fecundaba su trabajo. Si bien se publicaba trimestralmente, servía para mantener unida la comunidad protestante de habla inglesa, no sólo como una comunidad de fe, sino especialmente como una comunidad ideológica. Los artículos cubrían toda una gama de tipos. Algunos son anecdóticos, y sirven la función de edificar en la fe al creyente. En ellos por medio de historias reales o literarias se exhorta a la fe, o se sostienen doctrinas particulares. El énfasis es pietista y conversionista. “En un artículo sobre la enseñanza en Chile se hace explícita la noción general de educación en el contexto de la teología de la verdad. Educación es el desarrollo normal de todas las potencias latentes en el ser humano, lo que se puede conseguir sólo por medio de la Verdad. Es la verdad la que hace al hombre libre, noble, generoso y poderoso; la verdad lo educa y le hace entender su misión y destino. Es el fundamento de todo conocimiento y el cemento de la sociedad. El amor de la virtud y el estudio de la verdad están perpetuamente unidos”[16].

-          Bautistas

Durante las primeras décadas del siglo XIX, los bautistas de Gran Bretaña mandaron misioneros a las colonias inglesas del Caribe, incluyendo la Honduras Británica; en 1832 los bautistas particulares de Nuevo York fundaron "la Sociedad Misionera Bautista Americana Doméstica" que empezó la obra bautista misionera en, México, América Central y el Caribe.
La primera congregación bautista Argentina se constituyó en la colonia galesa de Chubut, pastoreados por Robert Williams desde el año 1865, la que más tarde se disipó. En el año 1881 comenzó la obra permanente en el país con la llegada de un pastor suizo-francés llamado Pablo Besson, llamado por un grupo de colonos bautistas suizos, afincados en Esperanza, Santa Fe. Después Besson se traslada a Buenos Aires e inicia su obra entre residentes franceses y construye el primer templo bautista porteño.
En Cuba, arribaron a La Habana hacia finales del siglo XIX. El joven universitario Jesús Díaz Navarro, quien, después de participar en la guerra de1868, había emigrado a los Estados Unidos de América, constituyó, en 1882, la primera iglesia bautista cubana, en el entonces hotel Pasaje; y un grupo de bautistas, junto a otros miembros de diversas denominaciones protestantes, arribaron en 1885 con el misionero norteamericano Woods. En 1890, la Congregación Bautista de La Habana adquirió el edificio del antiguo Circo-Teatro Jané, y lo transformó en la principal sede de su institución.
Los bautistas provenientes de Estados Unidos, pertenecían a dos convenciones distintas, una a favor del sistema de esclavitud y otra en contra.

-          Luteranos

Fuera de la Iglesia Anglicana de Río de Janeiro, la Iglesia Evangélica de Confissao Luterana no Brasil, de Nueva Friburgo (en el estado de Río de Janeiro), es la comunidad protestante más antigua de América Latina con una existencia ininterrumpida. En 1824 llegó a Brasil un contingente de inmigrantes alemanes, con el pastor Federico O. Sauerbronn.
Hubo alemanes en Chile desde comienzos del siglo XIX. Comerciantes, artesanos, profesionales y militares fueron poco a poco conformando una comunidad alemana en Valparaíso, ya existente para 1822. Estos  evangélicos alemanes se pusieron en contacto con los ingleses para organizar en 1825 el primer cementerio protestante en Chile. Los primeros inmigrantes luteranos alemanes parecen haber llegado a Chile en 1846. Poco más tarde, el gobierno chileno ofreció oportunidades de colonización a familias alemanas liberales que habían huido de Alemania por los conflictos provocados por la Revolución de 1848. Hacia fines del siglo XIX ya había varias congregaciones evangélicas alemanas en Chile, pero sin mayor cohesión entre ellas.

-          Metodistas

El Metodismo en los Estados Unidos, en sus variadas expresiones, empezó a mandar misioneros a America Latina hacia los fines de 1800.
A costas peruanas llegó por primera vez en 1859 un ministro metodista de los Estados Unidos de Norteamérica, el pastor J. A. Swaney, quien vino contratado como capellán, para atender la congregación anglicana de habla inglesa que había venido de Escocia. En el año 1860, William Wheelwright, fundador de la Pacific Steam Navigation Co., llegó al puerto del Callao y asistió al culto en inglés. Allí escuchó a Swaney, quien predicaba en una ruinosa casa alquilada. Ante esta situación mandó a construir en Nueva York un templo prefabricado de madera y luego embarcado al Callao. Siendo éste el primer templo protestante en el Perú.  El primer intento para establecer la Iglesia Metodista en el Perú lo hizo el Obispo William Taylor, acompañado de su hermano Archibaldo, en los años de 1877-1887. Ambos arribaron al puerto del Callao el 3 de Noviembre de 1877.
Las primeras misiones metodistas afiliadas a la Iglesia Metodista Episcopal del Sur de Estados Unidos, llegaron a México en 1873. Para el año 1892 ya estaba instalado en tierra mexicana el Metodismo. “Los misioneros norteamericanos que arribaron a México tenían como primer objetivo la difusión de la Biblia, a través de la cual buscaban elevar la condición moral y material de los pueblos. Su segundo objetivo consistía en combatir al catolicismo, acusado de fomentar el retraso. El metodismo promovió una educación que, además de fundamentarse espiritualmente, implicaba una posibilidad de ascenso social. En la cosmovisión metodista todo aquel que se esforzara por alcanzar la perfección cristiana tenía que buscar a la educación como parte esencial de su vida. Se daba tanta importancia a la enseñanza y la práctica de los valores éticos porque éstos eran una parte del camino hacia la perfección cristiana, elemento fundamental de su prédica. El asunto de la abstinencia alcohólica llegó a tener tanta importancia que en 1891 se creó un periódico especializado en estos asuntos: El Defensor del Hogar. Aunque esta publicación pertenecía a la Iglesia Metodista Episcopal, era recomendada por la Iglesia Metodista Episcopal del Sur a través de El Evangelista Mexicano.”[17]. Los enviados por las sociedades misioneras norteamericanas generalmente eran jóvenes universitarios egresados de las áreas de humanidades o de salud. Podía ser un pastor, médico, enfermero, maestro de escuela o también a menudo una diaconisa, enfermera o institutriz.
En Chile, William Taylor llegó a Chañaral en 1878. De ahí viajo por varios puertos como Caldera, Valparaíso y Talcahuano “La última escala marítima de Taylor… al cual llego el 22 de febrero, procediendo de inmediato a Concepción. Traía una carta de presentación para el Sr. William Laurence, el mas destacado mercader ingles, con treinta años de residencia en la ciudad, quien lo recibió en su hogar”[18]. Destacan en Chile los misioneros Willis C. Hoover iniciador del movimiento Pentecostal y Juan Canut de Bon.
“AI iniciarse el año 1890, en cumplimiento de los acuerdos de la Conferencia Misionera celebrada en enero, el Dr. LaFetra, contando con los fondos de superávit del Santiago College, procedió a contratar como pastor a tiempo completo para la obra religiosa en español en La Serena y Coquimbo al medico homeopático de origen español, Juan Canut de Bon”[19]. Canut de Bon, fue polémico, y “sus primeros cultos en La Serena enfrentaron airadas reacciones de los católicos, y en más de una ocasión, tanto su familia como su congregación fueron víctimas de ataques a pedradas. Pero, a diferencia de los misioneros presbiterianos, los metodistas parecen haber asumido que este tipo de reacciones eran inevitables si se procuraba alcanzar al pueblo chileno con la predicación evangélica, y si - para lograrlo - se pasaba a llevar la restricción legal del culto no católico al ámbito privado”[20].

d)            Protestantismo, Liberalismo y Masonería

Para poder asentarse el protestantismo, el cual fue en su comienzo, un modelo foráneo, tuvo que enfrentarse a fuerzas que le eran adversas y que debido a su poder no podía enfrentar por sí sólo, por lo que se vio impelido a buscar aliados más poderosos que él, para que le ayudarán a enfrentar a los sectores de la sociedad que se le oponían.
Generalmente se acepta la asociación entre protestantes y liberales en la segunda mitad del siglo XIX. Es en cuanto a los compromisos y alcances de esa alianza en donde las opiniones divergen. En el momento histórico que vivía América Latina, las metas liberales de la libertad personal, la secularización de la sociedad y la promoción de las minorías coincidían con los objetivos protestantes de libertad de culto y consiguiente disminución del poder católico, interpretación individual de la Biblia y la prosperidad espiritual y material que eso traería a los habitantes de la región. Los intereses protestantes también concordaron con los de otras sociedades como los masones, quienes buscaban libertad y tolerancia como parte de sus tres principios fundamentales: ecumenismo religioso, integración en sus grupos de todas las clases sociales y pacifismo.
Las iglesias evangélicas protestantes al alinearse del lado de las fuerzas progresistas, pasaron a formar parte del proyecto social que éstas tenían para los países. Dentro de este proyecto social el protestantismo aceptó la tarea de formar el “nuevo hombre” que requerían las nuevas sociedades latinoamericanas en gestación. Este nuevo hombre debía estar impregnado por las cualidades éticas y morales de las sociedades protestantes que eran el modelo que la sociedad, debía seguir, y parte de el los misioneros norteamericanos trabajaron. “En esta alianza estratégica que surge en forma casi natural entre liberales y protestantes, estos últimos van a jugar un rol subordinado, pero no por ello, renunciarán a su pretensión de «reformar» la sociedad en la cual cohabitan, con el fin anhelado de «protestantizarla»”[21]. Para las iglesias evangélicas protestantes del siglo XIX, la ideología liberal está inspirada en los principios morales del Evangelio, en la ideología política que surge con el triunfo de la Reforma.
La alianza estratégica entre liberales, protestantes y masones, fue producto de un acuerdo sobre la base de la conveniencia y no algo que fuera más allá de lo coyuntural. “Tanto presbiterianos como metodistas, tuvieron una conexión más estrecha con la clase política liberal, con la cual habían mantenido contactos desde mediados del siglo XIX, en particular con el radicalismo, debido a la fuerte pugna que tuvieron que mantener con la Iglesia Católica, para lograr la laicización del Estado y así tener condiciones adecuadas para su trabajo misionero; además, muchos de ellos participan en logias masónicas, por medio de las cuales tendrán contactos de amistad con algunos oligarcas”[22].
Los misioneros protestantes provenientes de Inglaterra y Estados Unidos aceptaban una cosmovisión liberal, positivista y optimista, agregando la idea de que el protestantismo sería el motor que impulsaría el desarrollo de la sociedad, tanto en lo espiritual como en lo social. “El caso de Edward Haymaker, uno de los primeros misioneros protestantes en Guatemala, quien era un experto en el positivismo y en la evolución orgánica de la sociedad propuesta por Herbert Spencer. Haymaker anunciaba que su meta era «aplastar el romanismo...el cual somete a las masas a la pauperidad, el analfabetismo, superstición y bestialidad»”[23].

e)            Moralidad y Sociedad

Cuando prestamos atención a la vida de la iglesia, notamos que en ella se condensaron diversos aspectos del imaginario. Los protestantes se concibieron a si mismos como una suerte de vía paralela dentro del orden burgués; la iglesia se entendió como una sociedad de menores dimensiones, pero sociedad al fin. Esta autocomprensión indujo cada vez más a una fuerte tendencia a la totalización, a la búsqueda de autonomía respecto de la sociedad a la vez que esta se alejaba de sus pretensiones. Así es posible hablar de una alternativa social protestante, pues cada feligrés, elemento, actividad, gesto, debía estar comprendido dentro de la cosmovisión eclesial.
La mentalidad misionera no estaba exenta de la influencia ejercida por los logros alcanzados por otras sociedades, y el movimiento reformista moldeado sobre todo en las corrientes románticas a partir de 1840. Bajo los impulsos del pensamiento de la Ilustración, la incipiente sociedad urbana e industrial se transformó en la receptora de nuevas ideas tendientes al cambio de hábitos en la vestimenta y la dieta en favor de una mejor calidad en la salud, la abolición de la pena de muerte y la esclavitud, la erradicación de la intemperancia, la prostitución, y las luchas fraticidas, el cuidado benévolo de reos, criminales y personas con capacidades diferentes y la defensa de los derechos de la mujer. Todo este humanitarismo, reconocía sus raíces en el pensamiento ilustrado y su filosofía de los derechos naturales, como así también en la ética cristiana. De esta vertiente, los movimientos reformistas extrajeron los principios que les permitieron sustanciar las bases programáticas de sus reformas, las cuales tenían como nociones medulares, los derechos inalienables de todo ciudadano a la vida, la libertad y la felicidad. Por otra parte, el reformismo se nutrió de la idea del progreso y la perfección permanente del hombre y las sociedades. Para ellos, el progreso podía ser alcanzado mediante la amplia extensión del sistema educativo y el desarrollo del espíritu de investigación.
“Junto al mensaje conversionista, las sociedades religiosas protestantes procuraron brindar a sus fieles un marco moral para la vida cotidiana, esto es, una vida virtuosa cuyos valores estuvieran en consonancia con el nuevo orden que se estaba instaurando en el último cuarto del siglo XIX. En esta dirección, el insistente llamado a la conversión implicaba para el sujeto individual, una experiencia de ruptura con los valores del "mundo" y el orden tradicional. Así del nuevo converso se exigía una vida de santificación y perfeccionismo que englobaba un detallado repertorio de hábitos y conductas que certificaban su testimonio de fe, conversión y nueva vida”[24].

f)              Debates Católico-Protestante

La historia nos cuenta que “en 1855 llega a Cartagena, el ex fraile náufrago, Ramón Montsalvatge, comenzando una ardua labor evangelizadora. Con el apoyo de la sociedad bíblica americana distribuyó biblias y libros. Aprovechó el ambiente de libertad promovido por José Hilario López y Manuel María Mallarino para desarrollar su misión. Llegó a tanto su trabajo que unos 6.000 fieles de Barranquilla, aprovechando un disgusto con el obispo de Cartagena, querían establecer un templo protestante bajo la guía del ex fraile. Viendo la situación, el obispo cedió a las peticiones de los fieles y no prosperó la idea. Pero es muy interesante profundizar en su trabajo, pues generó una amplia discusión al interior de la república y fue el inicio de una presencia protestante más profunda. El periódico El Catolicismo en sus ediciones, se dedica a criticar sus sermones examinándolos minuciosamente y a desacreditar al periódico El Tribuno de Cartagena, que publicaba los sermones de Montsalvatge. Así mismo El Catolicismo lo denominaba «ministro de Satanás»”[25].

Con antelación al ingreso de la sociedad religiosa metodista en Uruguay, el debate ideológico y la lucha por la hegemonía cultural experimentaron una profunda transformación. Los escritos de José P. Varela de 1865-66, son un fiel reflejo del viraje producido, ya que no sólo presentan un elaborado discurso anticatólico, sino que además colocan la cuestión religiosa en términos nuevos. En sus trabajos se hace explícito el racionalismo deísta de la religión natural, que en la percepción del catolicismo intransigente comenzaba a transformarse en la principal fuerza opositora del mundo moderno. “Durante los últimos meses de 1871, con motivo de las elecciones del Club Universitario[26], el pastor J. F. Thomson integró las dos listas de candidatos, en una postulando como vicepresidente, y en la otra como miembro de la comisión fiscalizadora; finalmente triunfó con esta última, la que llevaba a la presidencia a José Pedro Varela”[27]. El compromiso protestante dentro del espacio fue continuo a lo largo de todo el periodo, a pesar de las manifiestas discrepancias y la desigualdad de fuerza con respecto al bando racionalista hegemónico. De hecho, Thomson y sus partidarios persistieron con sus contribuciones controversiales opuestas tanto al catolicismo, como al racionalismo.

A partir de la consumación de la independencia, la Iglesia mexicana denunció constantemente la propagación de las ideas protestantes y las negativas consecuencias que de esto se derivaban para la religión católica y la patria. A pesar de deplorar la invención de la imprenta porque introducía en el pueblo ideas que ponían en riesgo su fe y adhesión a la Iglesia, el clero del obispado de Guadalajara recurrió constantemente a la palabra impresa para defender sus principios doctrinarios y normativos, así como sus bienes y preeminencia social y política. Con esa manera de proceder demostró que no estaba dispuesto a renunciar a ese medio para dar a conocer su réplica a los enemigos de la Iglesia así como las protestas que dirigía a la minoría gobernante que había modelado el sistema de gobierno con base en el liberalismo. Al mismo tiempo mostró confianza en que los lectores podían tomar un papel activo frente a los textos. No parece haber tenido duda de que la lectura para sus contemporáneos era, además de un pasatiempo y una diversión, una fuente importante de información y conocimiento. “Un misionero protestante, establecido en la ciudad de Zacatecas, afirmaba que una de las prioridades de los que se proponían realizar una reforma religiosa en México que debilitara el monopolio católico, debía ser la lucha intelectual, dado que el público que lee en este país es sagaz, meditabundo y muy intelectual”[28].

Por último, como los misioneros que llegaron a Latinoamérica eran extranjeros, “la Iglesia Católica Romana supo aprovechar muy bien este factor en su apología frente al avance protestante. La acusación de foráneos, de agentes de los imperialismos de turno, de introducir ideas y costumbres ajenas a la cultura local, de ir contra las raíces históricas y atentar contra la identidad nacional, entre otros argumentos, fueron el caballito de batalla con que los católicos le salieron al paso al dinámico proselitismo evangélico. La lucha por la libertad religiosa en América Latina está plagada de instancias en las que los evangélicos tuvieron que defender su derecho de adorar a Dios en público y de proclamar su fe en español, y de hacerlo no como una comunidad religiosa foránea, a la que meramente se la toleraba en función de ciertos tratados internacionales con potencias protestantes”[29].


[1] Enrique Dussel. Historia General de la Iglesia en América Latina I/1, p. 655.
[2] Edgar Alan Perdomo. Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana I, p. 113.
[3] Véase: Pablo Deiros. Historia del Cristianismo en América Latina, pp. 618-620.
[4] Edgar Alan Perdomo. Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana I, p. 120.
[5] David Muñoz Condell. La influencia de Diego Thompson en Bernardo O’Higgins: Los inicios de la educación pública en Chile, p.11.
[6] El 31de mayo de 1822, según consta en la Gazeta Ministerial de Chile, del día sábado 15 de junio de 1822, el Director Supremo Capitán General Don Bernardo O’Higgins concede la carta de ciudadanía chilena al Rev. Dr. Diego Thompson
[7] David Muñoz Condell. Op. cit., p. 13.
[8] Pablo Deiros. Historia del Cristianismo en América Latina, p. 647.
[9] David Muñoz C. Relación entre protestantes, masones y el pensamiento liberal en el período oligárquico, 1810-1930, p. 82.
[10] http://www.viviendocondios.com/recursos/apuntes-teologicos. Impacto de la Reforma Protestante en el contexto latinoamericano.
[11] Armando Guerra. The Anglican Communion. Presencia Anglicana en América Latina, p. 8.
[12] http://www.iach.cl/2011/nuestra-iglesia/historia/
[13] Armando Guerra. Op. cit., p. 17.
[14] Aurelio A. García. La visión misionera protestante en Chile a fines del siglo XIX, p. 59
[15] Justo L. González. Historia del Cristianismo II, p. 424.
[16] Aurelio A. García. Op. cit., 71.
[17] Xeilt Alvarado L. Lucha Metodista por la Templanza en EE.UU. y México 1873-1892, p. 70-71.
[18] Raimundo Valenzuela A. Historia de la Iglesia Metodista de Chile, p. 30.
[19] Raimundo Valenzuela A. Op. cit., p.72.
[20] Juan Sepúlveda G. Juan Bautista Canut de Bon: El Hombre detrás del sobrenombre de los evangélicos en Chile, p. 5.
[21] David Muñoz C. Relación entre protestantes, masones y el pensamiento liberal en el período oligárquico, 1810-1930, pp. 85-86.
[22] Juan Ortiz R. Evangélicos y política en Chile. Las iglesias evangélicas en Chile (1891-1938), p. 13.
[23] Edgar Alan Perdomo. Una descripción histórica de la teología evangélica latinoamericana I, p. 124.
[24] Norman R. Amestoy. Ascética protestante y modernidad en el Río de la Plata (1875-1900), p. 9.
[25] Carlos Arboleda M. Historia del Pluralismo Religioso en Colombia, p. 35.
[26] El Club Universitario fue la publicación de la asociación Metodista. Fundado el 11 de junio de 1871, tuvo como director a Manuel I. Méndez y dejó de publicarse en junio de 1873. Como muestra de la participación y protagonismo de J. F. Thomson es para destacar su actuación como censor y editor del periódico durante 1872-73.
[27] Norman R. Amestoy. Protestantismo y racionalismo en el Uruguay (1865-1880), p. 15.
[28] Alma Dorantes G. Lectores católicos, secularización y protestantismo en el siglo XIX, p. 166.
[29] Pablo Deiros. Protestantismo en América Latina, p 33.

(Capítulo de Monografía Teología Latinoamericana, STR, Concepción)

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